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Las vejaciones sexistas fueron el principal foco de represión que sufrieron las mujeres de la comarca de Vigo y de O Val Miñor

Así se ponen de manifiesto en el estudio que dio lugar a la exposición "Rexas. Mulleres baixo o terror franquista", organizada por la Diputación, y que podrá verse en el Centro Cultural de O Porriño hasta el próximo 29 de junio


14 junio 2018
Rexas Porriño

"Rexas. Mulleres baixo o terror franquista", la exposición, organizada por la Diputación para reparar a las víctimas del Alzamiento de 1936, le pone rostro y nombre a 172 pontevedresas que fueron perseguidas, asesinadas, encarceladas y que, además, por motivo de su condición de mujeres, fueron objeto de vejaciones de corte sexista. La exposición fue inaugurada esta tarde en el Centro Cultural de O Porriño, donde podrá visitarse hasta el próximo 29 de junio. El acto de apertura incluyó una conferencia que fue presentada por el diputado provincial de Cultura y Lengua, Xosé Leal, y en la que intervinieron la comisaria, la periodista y escritora Montse Fajardo, y Blanca Francés, nieta y biznieta de dos de las mujeres vejadas que recoge la exposición.

Xosé Leal aprovechó su intervención para indicar que "la memoria histórica, y nombradamente la memoria de la represión sufrida por las mujeres, merece ser conocida y reconocida, para que su lucha por la legalidad y la libertad permanezca viva y para darle el valor que siempre debió tener". Por su parte, la comisaria de la exposición, Montse Fajardo se centró en la investigación previa que dio pie a la muestra e hizo hincapié en que "las mujeres fueron asesinadas, exiliadas, depuradas, vejadas, y fueron víctimas de las mismas tipologías de represión que los hombres pero además sufrieron una violencia con claros tintes sexistas y fueron rapadas, tatuadas y agredidas sexualmente". La comisaria también explicó que la represión tenía aún un componente más en el caso femenino "no sólo sufrieron represión por sus implicaciones políticas o sindicales, sino también por estar emparentadas con hombres perseguidos". También reivindicó el papel de las mujeres que quedaron solas, marcadas como rojas, mientras sus hombres fueron asesinados o permanecían en la cárcel. En el caso concreto de la comarca de Vigo y de O Val Miñor, Fajardo explicó que "esta zona es la que más nombres aporta a la exposición, con 43 mujeres", mientras que "en el caso concreto de O Porriño es un municipio con gran peso en Rexas, principalmente por el protagonismo que adquieren en el panel dedicado a las vejaciones sexistas tres familias del municipio relacionadas entre sí: la de los Francés, la de los Fernández Miniño, y la de los Valverde".

"Rexas. Mulleres baixo o terror franquista" fue una muestra organizada ya en el pasado ejercicio por el Departamento provincial de Cultura y Lengua y que hizo un recorrido por varios ayuntamientos de la provincia. Debido a la alta demanda de ayuntamientos y asociaciones que trabajan en la recuperación y en la reparación de la memoria histórica, la Diputación decidió mantener la exposición en su programación del año 2018. Así, tras iniciar su itinerancia en Bueu y Cuntis, y una vez finalice su turno en O Porriño, está previsto que también pase por Valga, Cangas, Tomiño y Cambados.

Mujeres represaliadas en la comarca de Vigo y de O Val Miñor

Las vejaciones sexistas y tres familias del municipio relacionadas entre sí: la de los Francés, la de los Fernández Miniño, y la de los Valverde, son los principales focos de represión que refleja la exposición en relación a O Porriño.

Rexas recoge la historia de Orícera Carpintero, a quien los fascistas le mataron los tres hijos: Eleazar, Antonio y José Francés Carpintero. Además raparon a sus hijas Josefa y Asunción y a su nuera Loreto Pereiro, viuda de Eleazar. Loreto había defendido la República en las barricadas de Lavadores junto a Asunción, que tras el triunfo del golpe estuvo presa doce años, entre otros en la durísima cárcel de Saturrarán.

La viuda de José Francés Carpintero se llamaba Elena Valverde. Además del marido, los fascistas le mataron a su hermano Víctor y con la pena, la mujer de éste, Emilia, abortó. La hermana de Elena, Saladina Valverde, tuvo a su marido escondido durante tres años en una madriguera para que no lo matasen. Se llamaba Antonio Fernández Miniño y los fascistas le habían matado a tres hermanos: José, Eduardo y Rogelio.

En la mayoría de los municipios gallegos, los rapes se llevaron a cabo en las casas de las víctimas o en los cuarteles de cívicos, falangistas o guardia civil. Sin embargo, en O Porriño, para aumentar la humillación de las mujeres, se hizo un rape colectivo y público en un palco instalado en la plaza pública entre risas y abucheos. Luego las rapadas, entre las que estaban las hermanas Francés y Loreto, fueron obligadas a pasear por las principales calles de la villa. Los castigos sexistas tienen gran protagonismo en Rexas que recoge otros nombres de la comarca como el de Peregrina Comesaña, viguesa rapada a los 15 años, o el de Ofélia Weninger, vecina de Lavadores que sufrió abusos sexuales por parte de los fascistas tras el asesinato de su marido, Enrique Gómez el Acuña. Como pasó con los Francés o los Miniño, también fueron tres los hermanos asesinados: además de Enrique, Manuel y Alfonso Acuña Gómez.

Al igual que Loreto y Asunción, muchas mujeres del entorno participáran activamente en las barricadas de julio y algunas mismo perdieron la vida. Fue el caso de María Suárez y Dolores García, en las de Vigo o Concepción Peréz y Marina Rial, una niña de tan sólo once años, en las de Lavadores. Otras lograron salvar la vida in extremis, como Urania Mella secretaria de la Unión de Mujeres Antifascistas, fue condenada a muerte para luego reducirle la pena a doce años y recluirla en Saturrarán, de donde salió gravemente enferma, muriendo al poco tiempo. También fueron llevadas a Saturrarán por participar en las barricadas de resistencia al golpe de estado las vecinas de O Porriño Marina Torres y Josefa Rivero.

Mas destaca especialmente el número de vecinas del entorno que fueron asesinadas por los golpistas por el "delito" de prestar ayuda a los huidos y de ellas se hace eco la exposición. Como Dolores Samuelle Álvarez, Perfecta de Nigrán, Emilia Cabaleiro Amoedo de Cabeiro (Redondela), Florentina Fernández Alonso, a Cataplina, de Mos o las vecinas de Lavadores Matilde González, Mercedes Posada, Ángela Iglesias Rebollar, la Protestante, Mariana do Lazo Estévez o Carmen Gómez Domínguez.

La exposición no sólo recuerda las víctimas de la represión fascista sino también, como el propio nombre anuncia, homenajea la valentía de mujeres que en el peor de los tiempos se mostraron rexas en la defensa de la legalidad democrática. Fue el caso de la operaria de la conserva Flora de Dios, que junto a otras republicanas insultó a los soldados en la puerta del Sol, mostrando a las armas el pecho desnudo, siendo luego condenada a doce años. O el de María Araújo Martínez, que lideró en Vigo el sindicato de Conserveras y tras el golpe se escondió y colaboró con la guerrilla en la zona de Redondela siendo detenida y encerrada con la más pequeña de sus hijas, Dora, de apenas un año. Luego se exilió a Cuba donde apoyó la revolución, llegando a ser condecorada por Fidel Castro.

La historia de 172 mujeres

La exposición cuenta las historias de 172 mujeres, algunas de ellas hechas públicas por primera vez, a través de 78 fotografías. Está dividida en tres bloques, siendo el primero el de la contextualización histórica, que cuenta que el golpe de estado supuso una quiebra de los derechos de la República tanto en lo relativo a las clases como desde el punto de vista de las mujeres, que después pasaron a ser tuteladas por varón, iglesia o la sección femenina.

La segunda parte de la exposición, la más larga, analiza las diferentes tipologías de represión y expone que, a pesar de que las cifras muestran que los hombres son mayoría en los listados de víctimas, las mujeres no sólo padecieron las mismas tipologías de represión que ellos, sino que además fueron objeto de vejaciones de corte sexista aplicadas no sólo a aquellas ciudadanas significadas política o sindicalmente, sino también a las familiares de hombres perseguidos: fueron rapadas, agredidas sexualmente, tatuadas, arrastradas con cuerdas u obligadas a bailar desnudadas delante de la gente.

Finalmente, la tercera y última parte de la muestra se dedica a reconocer la labor solidaria y resistente de las mujeres, su apoyo imprescindible a la guerrilla, a los huidos, a la gente presa y a sus familias, a las viudas y criaturas huérfanas, así como su protagonismo en la transmisión de la memoria.